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Día mundial del libro#2

El libro de Truman Pavote


Texto completo de la publicación realizada por la celebración del Día mundial del libro, publicado en las redes sociales de Enfoque Editorial Servicios Editoriales, Dragones de Papel Editorial y Escamas de dragón.


El camino que llegaba a la costa, estaba bastante abandonado, entre lo poco iluminado, las lomas de burro que hicieron los vecinos y las fuertes lluvias. Me hacían pensar en dar la vuelta, en porque no planee mejor el viaje. Otra vez detesto mis pensamientos, están peor que el terreno o camino costero. Las lluvias siempre son señales, buenos o malas augurios traen. El GPS se pierde, desde que deje la ruta inter balnearia. Trato de recordar el camino. Vinimos una vez sola con mis viejos y mi abuela, también llovía esa noche como hoy. Nos perdimos en la tranquera verde, seguimos recto y era a la derecha. Tendría que estar cerca. El ruido de los pinos, es cada vez más fuerte parecen susurrarme. Manejar siempre abre en mi como un portal, me olvido del camino de en que curva o semáforo pare. Lo mismo cuando era chico al ver manejar a mi padre y jugaba que la sombra de los arboles nos seguían, que el sol se movía y que a la noche los arboles me hablaban. Llego a la casa y la lluvia es cada vez más intensa. Extraño los perros que silencio. La humedad dentro de la casa, el olor a naftalina, lleva cerrada años. Mi tío falleció hace más de quince años. Los cuadros están tapados como los muebles. Solo una silla y el libro arriba de la mesa estaba sin cubrir. El suministro eléctrico está cortado, traje unas velas que a medida que las prendía, la habitación se hacía grande con más puertas. Los pinos se callaron. Una extraña luz entro por la ventana, iluminando la mesa. La luna filtraba entre nubes de una tormenta que al mar se alejaba. La casa esta como a seis cuadras de la costa, llegaba el ruido de la olas, mi mente todavía se debatía entre recordar cual rotonda tome, el porqué viaje con lluvia, la mezcla de ver esta habitación iluminada de tibias velas, coloreada por imágenes de mi niñez, el libro como puente entre pasado y presente. Trato de encender el hogar, para templarme un poco y así también alejar ese desasosiego, como si el fuego espantara a la soledad. Pese al viaje, la noche no trajo al sueño, mi cuerpo en la silla, mi mente entre viajes, un ayer de hace quince años, mi alma preguntando porque ese libro solo ha quedado, mi sexto sentido con miedo a revisar sus páginas, la luz lunar se posa sobre el lomo. Mi padre me contaba, siempre de un sueño blanco, el manejaba a la noche volviendo de Entre Ríos y nunca recordó como manejo el camión esa noche, solo que hasta que salió del pueblo cerca del atardecer y a este libro que ahora la luna cual dicroica lo ilumina. La primera vez que lo leyó viajaba en tren a mar del Plata y también olvido el viaje. La brisa hace danzar la llama de la vela y esta proyecta sombras que creo confundir en siluetas. La sabana que cubren las sillas en la mesa van tomando forma, distingo brazos pero no manos, sus sombras en la pared se definen, los veo a todos. Cubro la vela igual los veo. Este libro se lo regalaron en ese viaje una mujer que estaba haciendo dedo, desde entonces quedo en la casa, siempre cubierto con una tela blanca. La letras de alguna paginas están casi borradas, es como un diario, descontinuado. Quisiera dormir pero la lucidez nocturna me asombra entre estas sombras que me resultan tan familiares. Leo una hoja con letra manuscrita:

"hace días que no duermo, solo manejo, y escribo en este libro. Algo mágico pasa al caer el sol todas las tardes, no importa donde lo esconda, siempre lo encuentro, lo abro y ya no es un azar, el me deja que pagina leer o escribir, las noches de luna brillante, pareciera que me hablan los arboles, me piden que viaje al mar. En este viaje la lluvia es cada vez más intensa, he decido guardarlo en la casa de mi hermano y cerrar la casa con el adentro, así librarme de esta clase de bendición o maldición de no poder dormir, comer, sentir frio o calor, ya di sepultura a todos mis seres queridos, ansió que nadie abra tus paginas, de nuevo. Querido lector espero que entre todo los cielos no caiga en tus manos, no escuches su voz, ni el canto del mar, en ese caso, te deseo lo mejor, dejando a modo de prologo estas palabras. Las páginas en blanco que veas serán tus días sobre esta tierra, y que sepas que solo queda una silla en esta casa sin tapar.

P.D.: espero que no seas el que me leas. Con mis más profundo amor tu Padre."

Se me cayó el libro de las manos, veo todo blanco ahora, un velo me cubre el cuerpo, mientras el camino que llegaba a la costa, estaba bastante abandonado...

©Truman Pavote




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