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También de los laberintos se sale con la muerte

A partir de una charla de whatsapp entre el editor Ariel Sebastián Díaz con Carlos Rua, “el loco de la colina”, surgió el deseo de recordarlo a Tom Lupo mediante una semblanza.







Un tipo interminable desde sus anécdotas de vida. Mi gran dupla radial.

Lo llevaré de aquí en más al lugar más preponderante de mi recuerdo.

Con Tom éramos muy cercanos, estábamos muy emparentados. Digamos que era su negativo y él a su vez representaba… éramos la contraparte, por eso el programa funcionaba tanto. Me parece que la gran virtud de Tom es la relación que establecía con el otro.


“De los laberintos se sale por arriba” frase de Leopoldo Marechal que Tom repetía hasta el hartazgo… y que por algo repetía.


Semblanza de Carlos Rua “El loco de la colina”.


Es función del hombre recordarse a sí mismo. Hice radio con Tom durante quince años. Él me conocía de memoria, yo lo conocía de memoria a él. Una gran cercanía, yo lo veía como maestro, él a veces como su padre. Había una posición ideológica contrapuesta, que obviamente es muy parecido, porque en definitiva él pensaba lo mismo que yo pensaba en algunos momentos cuando parecía que pensaba otra cosa y viceversa. Estuvimos muy cercanos, muy hermanos con Tom, es más, con esto de su muerte aparecieron cosas que en estos quince años de estar con él nunca las escuché. Esto marca la vastedad intelectual de Tom, que era su característica esencial. Fue la única persona en el mundo que me entendió, porque siempre padezco esa imposibilidad con los otros, Tom me entendía, yo llegaba a la radio, le leía un poema y lo entendía, era el que mejor me sabía escuchar. En determinado momento casi escribía para Tom. Sabía que si el tenía una buena lectura de mi poema, mi poema era bueno sin joda, y tenía una característica, por ejemplo, si no era bueno podía decir “muy jugado”. Me acuerdo de aquel poema que decía “dátiles en desuso”, “muy jugada la metáfora”, me dijo Tom, después no llegó a permanecer ese poema, porque los hacía y después al corregirlo no me gustaban y quedaban en la memoria del ejercicio. Era fascinante el programa de radio que hacíamos con Tom. Era encontrarme con una realidad fascinante, con una lectura de la vida muy interesante. Éramos muy cercanos, yo que sé, pero por fin lo voy a encontrar en un lugar. Esto de ser un muerto vivo no me gusta porque no sé a quién dirigirme si al resto de lo que fue o a lo que es, ¿no? Yo creo en la vida después de la muerte y creo en el espacio entre vidas. A Tom cuando lo conozco le digo, “detrás tuyo hay una mujer con batón, agachada, que está atrás tuyo como cuidándote”, y Tom me mira y me dice “sí, es mi madre”. Tom me referenciaba como psíquico, entonces en este momento de su muerte, que debe andar por allá arriba, seguramente vendrá a verme porque sabe que soy uno de los pocos que lo puedo recibir y ponerme a charlar con él, hacer lo mismo que hacíamos en la radio.


Podría ser más largo pero la brevedad es el signo más difícil de lo bello.

Tom Lupo

La literatura debe ser escrita como una forma de saludar al hombre.

De mutilar la espera,

de desquiciar las sombras,

de rebanar el todo en fetas de luna permanente,

de luxar los amaneceres con la impaciencia de los jazmines.

Y si hablamos de circunstancias trascendentes,

la literatura debe ser escrita como una forma de visitar a Dios

para darle de beber a sus camellos.

Carlos Rua

"El loco de la colina"



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